lunes, 13 de diciembre de 2010

Un recuerdo de Armando Herrera y Otros Mundos / Por Tirso Canales

Con el compañero Armando Herrera caminamos un buen trecho de los caminos de este mundo, desde los años finales de la década del 50. El y su grupo de Estudiantes de Educación Secundaria, llegaban a la Asociación de la juventud “5 de Noviembre”, que era nuestra agrupación de intelectuales de izquierda, organizada en el proceso de reconstrucción del Partido Comunista. Quienes militábamos en la “5 de Noviembre”, ya teníamos algún “nombre literario”, y los jóvenes de secundaria llegaban a nuestro local, en las cercanías del “Águila del Campo de Marte”, después campo de diversiones infantiles.

Asistían a los recitales poéticos y charlas, y participaban en excursiones que realizaba la asociación. Herrera, a menudo andaba acompañado con Sixto, el Chiqui García, desaparecido por los escuadrones de la muerte. Llegaban a conversar con Roque Dalton, Roberto Armijo. Roberto Cea, Ricardo Bogrand y otros compañeros que nos reuníamos allá. Aquel fue un periodo de renovación intelectual y revolucionaria en El Salvador, y nuestra Generación Comprometida de izquierda, andaba en sindicatos, colegios y escuelas de San Salvador, Santa Ana y San Miguel, agitado mediante recitales poéticos revolucionarios y charlas literarias.

Después, cuando la dictadura oligárquico-militar vino apretando el cerco represivo, el PC, los sindicatos democráticos, los estudiantes universitarios, los profesionales progresistas, las mujeres, el Partido Revolucionario Abril y Mayo, PRAM, redoblaron la lucha por romper las políticas represoras. Los jóvenes de secundaria continuaron organizándose en institutos como el “América” y el “Celestino Castro”, que Armando Herrera dirigió por algún tiempo. Aquellos jóvenes con su trabajo contribuyeron a crear parte de los núcleos que integraron la Juventud Comunista. Fueron las décadas 50 y 60, etapa de amplio crecimiento y educación política seria, durante la cual las organizaciones de izquierda no escatimaron esfuerzos enfrentándose a la represión policiaca y militarista, en pleno periodo de la “guerra fría” anticomunista de Estados Unidos.

En las décadas 50/60 el movimiento revolucionario salvadoreño, volvió a sembrar bases revolucionarias en el campo, impulsadas por Miguel Mármol y Segundo Ramírez (primo del heroico Modesto Ramírez) entre otros. El PC, logró reunir a luchadores del 32, del 44, del 53 y del 60 en un frente de mujeres y hombres de conciencia anti-dictatorial y anti-imperialista. Por aquellos años, no había entre los revolucionarios, ni asomo del rampante oportunismo y arribismo de quienes creen hoy que las piñatas llenas de dulces que quiebran con facilidad les cayeron del cielo. Los dirigentes eran otros: moralmente firmes. Aspiraban a terminar con el sistema, y no a fortalecerlo, como suceso hoy. Con aquella consigna el pueblo se superó en la preguerra contra la represión, y en la guerra armada. ¿Y todo para qué? ¿Para hoy consultarle a los explotadores de toda la vida, si les gustaría pagar impuestos?

¿EN QUE MOMENTO ESTAMOS? Estamos en el momento de hacer un riconto de afanes. Decía que con el Compañero Armando Herrera, anduvimos parte de los caminos que nuestro pueblo ha debido recorrer. El hizo su parte con gusto y dedicación hasta sus últimos días, hace hoy un año. El decía que “Los propietarios de circos protegieron a los enanos porque, desde tiempos atrás, un circo no es completo si no tiene payasos chiquitines que haciendo el ridículo divierten a la gente. Los oligárquicos lo hacían (y lo hacen hoy) por otras razones”.

Esto que acabo de transcribir, lo plasmó Armando Herrera, el 8/12/09, Dos días antes de morir. Hace pocos días, el poeta, David Escobar Galindo, y yo, estuvimos exponiendo en un acto en la Universidad de El Salvador, sobre temas de la Cultura de la Paz. Me pidieron que hablara sobre la Generación Literaria de la Guerra. Yo sostuve y sostengo que los poetas y narradores, todos, nos dedicamos a hacer la guerra. Muchos de nosotros disparando armas muy difíciles.

Armando Herrera, Heriberto Montano, y otros compañeros estuvieron en las centrales de redacción de noticias. Yo era el corresponsal de NOTISAL y Director de UCROS, la agencia de noticias del PCS en Costa Rica. Desde allá hacíamos nuestra poesía de la vida contra la muerte.

Durante la noche escuchábamos en todos los idiomas, aquel trabajo que decenas de buenos cuadros intelectuales, no fusileros, realizábamos a diario. ¡Pregúntale a Paco Guzmán, a Toño Velado, si estuvieron durmiendo todos aquellos años! Sin embargo, ni a Armando Herrera ni a ninguno de nosotros nos dio la enfermedad de “comandantitis diputadilis” que le pegó a muchos.

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