miércoles, 8 de diciembre de 2010

In memoriam de Armando Herrera/ Por Alejandro Quinteros


Un año ha pasado desde que Armando Herrera nos dejó físicamente de esta tierra, de esta patria por la que luchó, por la que tuvo los mejores anhelos, por la que a través de la cultura literaria nos enseñó que hay que esforzarse en la vida, que la preparación debe ser permanente y que termina con la vida misma.

Sus anhelos van muy lejos: él veía un país con solidaridad, sin injusticias sociales, con respeto por los demás, donde se hubiese extirpado la violencia de toda clase, donde reinaran las ideas y el debate del pensamiento, sin perder la sensatez de los pensamientos, su arma siempre fue su pluma, para que desde sus líneas literarias sus lectores reflexionaran sobre diversos temas, utilizando algunas veces la sátira.

Indudablemente Armando Herrera era enemigo del aferramiento a lo material, un hombre sencillo que jamás pensó en atesorar más riqueza que inculcar valores a sus hijas, hijo y nietos.

A veces de pocas palabras pero con profunda reflexión y significado, y a veces el de charlas interminables con las que el tiempo se hacía poco, de innumerables enseñanzas y con una enorme visión del mundo y la realidad social de nuestro país.

Diversas facetas lo caracterizaban, a veces serio y determinante, otras juguetón como con sus nietos y nietas, a quienes transportaba al mundo de la imaginación, con sus viajes a la luna y a diversos planetas, la existencia de seres imaginarios y la utilización  de sobrenombres divertidos, con los que descendía al mundo de los infantes y entablaba conversaciones y juegos dignos de un ser con sobrada calidad humana.

Para los que estuvimos muchos años cerca de él y tuvimos la fortuna de conocerlo, no dudamos que personas como Armando Herrera son las que dejan huella, marcan época, nos dejan un legado, se convierten en referentes y que por lo tanto, su paso por esta tierra, nuestra tierra, la mía y la tuya, no puede menos que hacernos reflexionar sobre lo que hacemos, lo que tenemos proyectado personalmente y lo que proyectamos para el país que queremos, sin caer en los egoísmos, en las avaricias, en el egocentrismo, en la comodidad, en la desidia, en el olvido… porque olvidar los ideales, los valores, los principios, el horizonte al que debemos caminar, sería pisotear todo aquello que Armando nos enseñó.
Seguimos aprendiendo de tí querido Armando Herrera, amigo, hermano y suegro.

Alejandro Quinteros. 8 de diciembre 2010
  


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