Esta tarde querido amigo, camino a casa sostuve un encuentro fugaz… El quebranto de una voz que rehúsa olvidar me develó el dolor, susurró pasión y llanto… Del recuerdo tenuemente resguardado, en la quietud languidecida del tiempo gris que brota en el sentimiento de pérdida en flor, del amor que nombra con su cálido recuerdo… Poeta, luchador social en lo cotidiano… El registro de una agenda como huella, escrita con manos suaves, precisas y elegantes… Con la prosa llana, radiante y artística en la que dibujabas con líneas gruesas y exactas los diversos escenarios con sus múltiples coreografías… Editor de muchas letras, pensamientos e ideas… La comunicación con visión internacional, distingue el códice funcional que sostiene el exquisito legado que hoy heredas… Tu nombre, una evocación en la historia… Un pasaje ganado en la memoria… La sonrisa grabada irónicamente manejada, emerge hoy como luz inspiradora de esperanza, en el tenue umbral de cada mañana Revolucionario escritor de novelas… Intelectual orgánico… El status progresivamente forjado… Compartir con flujos de ideas era el pasatiempo… Los preciados regalos en las décadas añoradas, en el ocio universitario de aquellos inolvidables momentos… Más por ahora… oscuros, indolentes y fríos pasillos… Desconocidos en el desamor del presente… Dedicado a mi amigo Armando Herrera Nora Vanegas |
viernes, 10 de diciembre de 2010
MANDO / Por Nora Vanegas
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